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Pedir ayuda: el primer paso hacia la sanación

Foto del escritor: JOSE ANTONIO MAINO CRUZJOSE ANTONIO MAINO CRUZ

Cuando no puedes salir solo de una adicción, el paso más importante es pedir ayuda. Quedarse atrapado en intentos fallidos o, peor aún, en la aceptación culposa de las recaídas como una condición permanente, no libera ni ofrece solución al sufrimiento que genera la dependencia.

 


¿Cómo escapar de la rueda psicológica del Hámster?
¿Cómo escapar de la rueda psicológica del Hámster?

La adicción no es simplemente una falta de voluntad; es un hábito profundamente arraigado. Es el resultado de cómo tu cerebro, inicialmente con inocencia o recreación, pasó del uso ocasional al abuso, de la diversión a la evasión. Con cada repetición del consumo, el hábito adictivo se refuerza, profundiza y cronifica, marcando de forma cada vez más fuerte los circuitos neuronales que perpetúan la enfermedad. Estos surcos neurológicos crean una identidad automatizada, donde el consumo se convierte en el núcleo de esa identidad, en su alimento esencial.

 

¿Cómo podemos pedirle a ese mismo cerebro, enfermo y atrapado en un ciclo de dependencia, que encuentre el camino hacia la reparación? Esto sería como pedirle al problema que sea su propia solución.

 

Es aquí donde el acto de pedir ayuda se convierte en el primer gran paso hacia la sanación. Entrar en un espacio diseñado específicamente para la desintoxicación progresiva y la ruptura de hábitos adictivos permite reconfigurar la mente y ofrecerle nuevas oportunidades para sanar. Este entorno terapéutico debe estar enfocado en interrumpir los patrones que fomentan la enfermedad, reacondicionar el cerebro con estímulos diferentes y generar cambios en la química interna que impulsa la adicción.

 

La importancia de generar nuevas experiencias saludables

Para que nuestro cerebro pueda salir del ciclo adictivo, necesita experiencias que fomenten la creación de una química saludable. Esto significa generar emociones positivas sin recurrir a elementos tóxicos, ya sean externos (como sustancias) o internos (como pensamientos dañinos). De hecho, no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente y emociones, pueden enfermar. Por ejemplo, la culpa es un factor que actúa como un tóxico interno.

 

Es posible ser adicto a la culpa si, cada vez que cometemos un error, en lugar de corregir y aprender, nos autocastigamos. Este ciclo de reproches constantes se convierte en una verdadera carretilla de hámster psicológica, la cual sólo nos conduce a un sentimiento de derrota que pide a gritos la droga para olvidar y evadir por un rato esta cruel realidad creada por la enfermedad.

 

Romper el ciclo adictivo o escapar de la carretilla de Hámster

Cuando creemos que nuestra propia mente, la misma que creó la enfermedad, es capaz de encontrar la solución, nos arriesgamos a caer en un ciclo interminable de frustración y recaídas. Podemos volvernos “adictos a nuestra personalidad” y creer que podremos escapar con los mismo recursos que hemos probado antes y

que no han resultado.

 

Por eso, el acompañamiento profesional es clave. Pedir ayuda no es un acto de debilidad, sino una decisión valiente. Es abrirse a recibir apoyo externo, en un espacio seguro, con profesionales capacitados para guiar el proceso de desintoxicación y reconfiguración emocional y mental. Solo en un entorno así podemos desafiar los patrones establecidos, aprender a gestionar nuestras emociones de forma saludable y construir una vida donde la dependencia ya no tenga lugar.

 

La sanación no es instantánea, pero comienza con ese primer paso: reconocer que no puedes hacerlo solo y buscar el apoyo adecuado. En ese camino, encontrarás herramientas para romper los ciclos dañinos, reeducar a tu cerebro y vivir una vida más plena y libre de la carga de la adicción


María Roxana Vega

Psicóloga Clínica, Directora de Centro Walnut

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