top of page
Buscar

Una mente ansiosa también puede aprender a descansar

Una vocecita interna que se entrena en quedarse… y no salir corriendo detrás de cada pensamiento.


Qué lindo es ver cómo se empieza a hablar de mindfulness en más lugares, como si fuera una novedad flamante recién sacada del horno. Y, bueno, un poquito sí… al menos para Occidente. Porque, en realidad, esta práctica de atención plena tiene más años que cualquiera de nosotros (y probablemente más arrugas también), pero ahora —y mucho gracias a los estudios de la neurociencia— se ha ganado un lugar en colegios, laboratorios, hospitales, universidades y hasta en oficinas donde antes solo se hablaba de consumo y "productividad" (la empresa Google es un ejemplo: sus empleados realizan prácticas de conciencia y atención).


Y es que cuando la ciencia se puso a mirar con microscopio lo que pasa en un cerebro que respira con presencia, los resultados sorprendieron: menos ansiedad, mejor regulación emocional, disminución de la inflamación, aumento de la concentración, mejor salud general. O sea… ¡funciona y es bueno para todo! Para pensar, sentir y actuar… ¡uau!


Mindfulness: ¿Una habilidad y/o una forma de vivir?

La palabra puede sonar sofisticada, pero lo que propone es simple (que no quiere decir fácil): mente plena, conciencia en el momento presente, estar donde estás mientras estás. No veinte pasos adelante, no siete años atrás. Aquí. Ahora.


Mindfulness (o “mente plena”) se puede practicar como una habilidad puntual: una herramienta para calmar tu mente cuando va a mil. ¿Sabías que durante el día tenemos miles de pensamientos y pocos son útiles? O sea, que nos sirvan, por ejemplo, para tomar una decisión o preparar una disertación. La mayoría son pensamientos automáticos: ¡pura bulla, puro ruido mental! Y si no me crees, obsérvalos y cuéntalos. Me puse cuática, jaja… te desafío a observarlos y verás que te sorprenderás.


Además, estar en mente plena es una habilidad que entrena tu atención, un modo de salir de ese torbellino mental que te lleva del “¿qué hice ayer?” al “¿qué haré mañana?”. Es decir, se mueve en el tiempo pasado o futuro, sin recordar, ni menos pisar, el presente.


Pero también —y esto es hermoso para quien quiera profundizar en él— se puede vivir como una filosofía de vida, una forma de estar más consciente, más conectado, más... tú.


Saz… ¡No tá!, como dirían los niños.


Porque esa es la trampa: pensamos que vivimos en el ahora, pero la mayoría del tiempo estamos de viaje. Un viaje mental, sin valijas, sin pasaporte, pero agotador.


Estamos en la ducha, pero ya en la reunión.

Estamos almorzando, pero pensando en el mail que no respondimos.

Estamos con alguien que amamos, pero revisando en la cabeza lo que hicimos mal hace tres días.

Y el ahora… saz. ¡No tá! Nuestro cuerpo está, pero nuestra mente no. Viaja en el tiempo.


Pero podemos volver. Siempre. Claro, esto si tenemos la voluntad e interés de reeducar nuestros pensamientos. Sobre todo si queremos cambios en nuestra vida… cambiamos nuestros pensamientos, cambian nuestras emociones, conductas y sus consecuencias. Además, y ya lo hemos hablado en otros encuentros: ¿Cómo accedo al ahora y calmo mi mente? Respirando con conciencia.


Un ancla simple: tu respiración

La respiración consciente es como el botón de “volver al presente” que todos tenemos incorporado. No hace ruido, no necesita aplicación, no te cobra suscripción. Solo está ahí, disponible. ¡¡¡¡Y cómo no lo enseñaron antes… uaaaaa!!!! Pero más vale tarde que nunca, entonces, con gallardía:


Inhalo.

Exhalo.

Eso es.


Y si quieres, acompáñame.

No para cambiar nada, no para tener paz eterna, ni para desbloquear logros espirituales.Solo para que notes que tú eres vida, energía con conciencia de respirar. Aquí. Ahora. Nota que estás respirando, y que eso es suficiente.


¿Y si empezamos a practicarlo con curiosidad… quizás algo es cierto?

No tienes que sentarte 40 minutos con incienso y música de cuencos. Puedes practicar mindfulness mientras lavas los platos, caminas, te tomas un té, o te lavas los dientes. La clave es estar presente mientras haces eso que estás haciendo. Sentir el agua, el sabor, la textura, el cuerpo moviéndose.


Y, poco a poco, algo empieza a cambiar: no afuera, sino adentro.

Menos ruido.

Más claridad.

Menos control.

Más presencia.

Menos correr.

Más vivir.

Porque la mente ansiosa no necesita más respuestas. Necesita presencia.


Y si hoy, solo por hoy, decides estar un poquito más aquí…No porque tengas que.Sino porque puedes.Y porque en ese momento, aunque sea chiquito, tu cuerpo, tu mente y tu corazón se alinean y dicen al unísono:


¡Mish!... Se siente bien!

 

María Roxana Vega A.

Mg Psicóloga Clínica.

Especialista en Ansiedad y Mindfulness.

Directora Centro Walnut.


 
 
 

Opmerkingen


Logo horizontal fondo negro
bottom of page