Fiestas Patrias: Del terremoto al equilibrio
- admiwalnut
- 4 sept
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Las adicciones tienen algo curioso: son como esas visitas incómodas que nadie quiere recibir, pero que al mismo tiempo todos terminamos invitando de alguna manera. Y lo más complejo es que están tan normalizadas que casi pasan desapercibidas. El alcohol es un buen ejemplo: lo celebramos, lo endiosamos, lo usamos como llave maestra para abrir cualquier fiesta, cualquier encuentro social, incluso cualquier excusa para “relajarnos”.
Pero ¿Qué pasa cuando el “regalo para los sentidos” se convierte en un veneno silencioso?
Pues que se cuela en la vida cotidiana con una sonrisa disfrazada de normalidad. Y ahí estamos, como el pez en la pecera: nadando felices en el agua sin darnos cuenta de que, en exceso, esa misma agua puede ahogarnos.
En Chile, el alcoholismo es una realidad en muchas familias ,el alcohol es el factor de riesgo mas importante que causa muerte o discapacidad(12,4 % de los casos). Nos acompaña en las Fiestas Patrias, en Navidad, en el cumpleaños, en el carrete, y en el famoso “copete del viernes para soltar la semana”. Y aunque la cueca la bailemos poco, la botella nunca falta. El problema es que este “estado de seudobienestar” que produce es como subirse a un toro mecánico: al principio todo es risa, adrenalina y sensación de control… hasta que ¡paf! la caída es inevitable. Créanme si no produjera adicción y lo que significa el drama del alcoholismo como diría una persona muy importante para mi, dejaría que este 18 pasara piolita, pero el dolor del alcoholismo es muy duro no solo para la persona que lo padece directamente también para sus familias.
Lo más irónico es que detrás de cada terremoto (el trago y el movimiento sísmico) y de cada chichita, hay una industria millonaria que se alimenta del consumo constante. Y mientras tanto, nosotros seguimos justificando, celebrando y heredando este hábito como si fuera un símbolo de unión familiar o nacional.
La pregunta es: ¿Cuándo decidimos mirar de frente al alcohol y a las adicciones en general? Porque reconocerlas no significa prohibir la vida, sino empezar a entender que mi estar feliz ,relajado no puede depender de una sustancia. Tal vez sea tiempo de preguntarnos: ¿Qué me está dando realmente el alcohol?, ¿Qué vacío intento llenar con ese “yupi” artificial?, ¿y qué otras formas de celebrar, aliviar o compartir podría descubrir sin pagar el precio de mi salud y mi equilibrio emocional?.
Me pregunto cómo sería este 18 si, en vez de que la chichita y el terremoto fueran los protagonistas, nos propusiéramos a jugar por ej saltando el saco ,bailar hasta que nos duelan los pies, cantar aunque no tengamos voz de concurso (ni que nos fueran a elegir en “Rojo”), o simplemente reírnos con nuestros amigos sin necesidad de prender ninguna botella. Imagínate lo que sería elegir sentirte bien con nuestros propios actos, si por que estas acciones tan básicas liberan química del bienestar: endorfinas, dopaminas, serotoninas, oxitocinas hormonas que nos pertenecen para poder sentir placer, elevar nuestro animo, subir sistema inmune, bajar estrés. Entonces tiquitiquiti viva el baile, la música, risa, compañía y esa rica sensación liberadora de libertad.
Seguro nuestro hígado se preguntaría: “¿y qué le pasó a esta persona?, ¿por fin me está dando vacaciones?”. Porque claro, el cuerpo agradece cuando dejamos de castigarlo en nombre de la diversión. Y aquí es donde vale la pena salirse de la pecera, mirar un poco desde afuera y darse cuenta: quizás no me resulta tan fácil dejar de beber como pensaba… y tal vez la fiesta ya no es tan fiesta cuando el llanto o la rabia se cuelan entre las risas.
Y si somos honestos, las facturas llegan. No solo al bolsillo, también al ánimo, al cuerpo, a las relaciones. Ese malestar que a veces se queda uno o dos días después del “carrete” es la cuenta que nadie quiere pagar, pero que cada vez se hace más cara.
No te lo digo para aguarte la fiesta ni para que me odies. Al contrario: lo digo porque no quiero que te abandones. Porque eres importante, para ti mismo, y eso quisiera no lo olvidaras.
Así que este 18, mientras suene la cueca y la empanada esté lista en la mesa, atrévete a observarte, a probar otras formas de celebrar, a cuestionar qué lugar ocupa el alcohol en tu vida. Tal vez descubras que la verdadera libertad está en disfrutar sin cadenas, que la alegría puede ser auténtica sin necesidad de dopajes, y que cuidarte es también una forma de valorar la vida.
Feliz Dieciocho a todos.
Mg Ps Maria Roxana Vega A.




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