top of page
Buscar

¿Por qué nos cuesta tanto pedir ayuda en adicciones? No solo tu te sanas, nos sanas a todos.

Actualizado: hace 4 días

ree

Pedir ayuda nunca ha sido fácil. Menos aún cuando se trata de adicciones. Vivimos en una

cultura que nos ha enseñado que la fortaleza se mide en cuántas cosas podemos soportar

solos, en silencio, con la cara en alto. “Si pido ayuda, estoy reconociendo que no puedo”,

pensamos. Pero en el fondo, ¿Qué es más fuerte: cargar con el dolor hasta que nos rompe, otener la valentía de decir “necesito apoyo”.


Muchas personas con problemas de consumo saben, en lo más íntimo, que algo no anda

bien. Lo sienten en su cuerpo, en sus relaciones, en el trabajo. Sin embargo, el miedo al

juicio, a ser vistos como “débiles” o “problemáticos”, los empuja a ocultar. Ese silencio

alimenta la soledad y fortalece el círculo de la adicción.


Se nos ha dicho que la fuerza es resistir. Pero la verdadera fortaleza está en atreverse a creer en nuestra parte interna mas sabia, esa que no queremos escuchar cuando nos dice

ojo…estas necesitando ayuda , ya no puedes solo. Reconocer una herida y buscar compañía para sanarla no es signo de derrota, sino de confianza y humanidad. Nadie cuestiona que un minero, al fracturarse, busque de inmediato atención médica. ¿Por qué entonces dudamos tanto en buscar ayuda cuando la fractura es emocional o adictiva?

Cuando una persona pide ayuda, no solo comienza su propio proceso de recuperación:

también impacta a quienes lo rodean. La adicción nunca afecta solo al individuo, también a

la familia, que muchas veces queda atrapada en la codependencia. La cura es, por eso, un

acto colectivo que transforma vínculos, rutinas y hasta maneras de entender la vida. Cuando

alguien rompe con la adicción, rompe también con cadenas que limitaban a todo un sistema

mayor: su familia, su comunidad y hasta la sociedad entera.


Dejar de consumir no es solo un acto personal, es también ir contra un sistema cultural

que normaliza y hasta celebra el consumo. “¿Cómo no te vas a tomar un traguito?”, “¿y

cómo te vas a relajar sin fumar algo?”... Son frases que muestran hasta qué punto hemos

asociado el disfrute y el descanso con sustancias. Nuestra tarea es cuestionar esas creencias:

aprender que el bienestar, la diversión y la relajación pueden existir sin alcohol ni drogas.

Que una fiesta sin trago no solo es posible, sino liberadora.

Cuando alguien pide ayuda, no abre una puerta solo para sí mismo para su autocuidado

refuerza su amor propio: también inspira a otros a hacerlo. Mostrar la vulnerabilidad crea

comunidad. Y en comunidad, la recuperación es posible.

Vamos que se puede!!!!


Por María Roxana Vega A .Mg Psicóloga Clìnica.

Directora terapéutica Walnut.

 
 
 

Comentarios


Logo horizontal fondo blanco.png
bottom of page